Las reuniones navideñas con mis hermanos, cuñados y sobrinos   son, además de un follón, una fuente de intercambio, de debate y, sobre todo, un gran ejercicio de cambio de observador.

Hace tiempo, mi cuñado Ignacio lanzaba, en la sobremesa del día de Año Nuevo, el siguiente pensamiento:

“Cuanto más vivo, más me queda por vivir”.

Al principio, el concepto me resultó muy raro y difícil de entender.

Estoy acostumbrada a observar la vida como un camino con principio y fin, y suelo lamentar el paso del tiempo por lo que supone de pérdida, con la sensación de que, según pasan los años, me va quedando menos tiempo. Desde este punto de vista, con obligada resignación, y una pequeña resistencia que me ofrece la cosmética, sigo adelante entristeciéndome por no ser la joven que un día fui y pensando en la anciana que un día seré. Es una cuenta atrás, y desde la incertidumbre, una triste resta.

Pero esta frase “cuanto más vivo, más me queda por vivir” me presenta una perspectiva completamente diferente y nuevas opciones para una misma realidad…  Así piensan pocas   personas, las que no dan el futuro por cierto ni conocido, así como la realidad de la duración de la vida. Mi final, ciertamente, podría haber sido ayer, pero, sólo el hecho de permanecer viva hoy, abre ante mí la posibilidad real de que me quede más por vivir. Y esto sí que es lo único cierto. Este cambio de observador me aporta la alegría de la cuenta hacia adelante, de tener más cosas por vivir y añadir a esta preciosa suma que es la vida.  La realidad de mi existencia se presenta ahora de estreno cada mañana, abierta a todas aquellas experiencias, opciones y novedades, agradecida por todo lo que me queda por vivir, solo por el hecho de permanecer viva. Y, por supuesto, ¡en deuda con Ignacio por regalarme esta nueva visión!

Con este ejercicio puedo confirmar que, cuando cambiamos de observador, y nos ponemos en la forma de pensar de otros, la nueva perspectiva puede hacer cambiar la realidad, redefinirla, completarla, y volverla a mostrar con nuevas opciones que antes no veíamos acostumbrados a nuestro único y limitado pensamiento.

Se trata de uno de los niveles de aprendizaje más importantes que podemos hacer, obteniendo así una mejor  definición de la realidad,  y la generación de nuevas opciones con las que abordar cualquier cosa, un plan de acción para alcanzar un objetivo,… o, por qué no, como en este ejemplo, una vida más libre, más valiosa y más feliz…

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